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Solidaridad Internacionalista de Bigastro

Lucha de Clases

Los nuestros y los suyos

     Un empresario vasco ha sido abatido por E.T.A.

     La reacción de la clase política no se ha hecho esperar. La reacción ha sido contundente y las manifestaciones de repulsa se han percibido en todos los ambientes audiovisuales. Todo ha sido una ola de consternación por todos los rincones del país. Todos los grupos políticos, sin fisuras, se han unido a la condena.

 

     Los políticos, los empresarios, los banqueros, los dirigentes sindicales y trabajadores se han unido a esta protesta. El Jefe de las Fuerzas Armadas y Rey de España tampoco ha callado ante este golpe y ha mostrado su rabia y su repulsa por este nuevo suceso lamentable.

 

     Todos sienten una inmensa tristeza y rabia por la pérdida de este señor “ejemplar”, “de su casa” decían algunos, “uno de los suyos”…. ¿uno de los suyos?. Un contertulio de los que proliferan para estas ocasiones ha hecho referencia a ello: “era uno de los suyos” , decía.

 

     …“Uno de los suyos”, que era vasco como E.T.A. Y se preguntaba cómo si era uno de los suyos.

 

     Esta mañana hemos descubierto el significado en toda su dimensión. No todas las víctimas son iguales para los que tanto corren en auxilio o acompañamiento de algunas y que sin embargo muestran su total indiferencia a otras: a las nuestras.

 

     Mueren dos bebés en el incendio de una chabola en Madrid. Los dos bebés eran “de los nuestros”. Vivimos en el mismo territorio pero en distintos frentes.

 

     Estos bebés eran de los nuestros, de la clase obrera, de la precariedad laboral, del salario precario, del paro, de la inmigración, de la indigencia, de la pobreza, de la miseria… A estos solo les lloraremos nosotros.

 

     Al enterarme del lamentable golpe mortal de los bebés he querido saber si la monarquía franquista, si la clase política lacaya, si los dirigentes sindicales claudicantes, si los empresarios explotadores, si los banqueros avariciosos y ladrones, si los trabajadores súbditos…..si habían corrido a mantener un minuto de silencio en los Ayuntamientos como es de rigor, si el Rey de los españoles había leído algún manifiesto de condena, si los empresarios …. Si los banqueros…

 

     Nada…Los falsimedias sólo han resaltado la noticia como un acontecimiento lamentable pero superable. Y sin pena ni gloria los dos bebés han pasado por el mundo en silencio, con su vida acallada por la injusticia.

 

     No se buscan los culpables, no se investiga el caso más que para corroborar lo evidente: el incendio de una chabola.

 

     En esa chabola están los cuerpos quemados de nuestros bebés, de los bebés “de los nuestros”. Y tenemos la obligación de señalar a los culpables de este crimen.

 

     - Nos ha costado 20 millones de euros pintar la capilla de la O.N.U.

     - El Gobierno ha entregado 150.000 millones de euros a los banqueros.

     - La monarquía franquista se sube el sueldo a 9 millones de euros…

 

     Mientras esto sucede nuestros hijos sufren las consecuencias y mantenemos la calma como si de algo natural se tratase, como si la fatalidad fuera lo natural de nuestra existencia. Mientras, los otros, celebran su Constitución este 6 de Diciembre. La farsa del papel mojado, la que permite que la miseria se reparta entre el pueblo trabajador y la abundancia y el lujo entre los asesinos de siempre. Los de nuestros bebés…

 

     “Uno de los suyos”…erraba el contertulio. No evidencia todavía la realidad de los dos frentes que se alzan en lucha constante: explotadores y explotados.(La lucha de clases).

     Los bebés “eran de los nuestros”. Por eso no ha habido ninguna condena del poder…Y por eso, de momento, solo la denunciamos con rabia y odio a sus asesinos.

     …De momento.

 

Antonio José Gallardo Rodrigo

Coordinador de Izquierda Unida de Bigastro

 

 

     

 

La visión de un obrero

España ni es una ni es grande ni mucho menos libre

(La realidad vista por un obrero)

 

 

Vivimos en un estado de derechas (que no de derecho, como se empeñan algunos) fruto de aquella confabulación a la que llamamos Transición , y a la que siempre ponen como modelo. Y sí que fue modélica por algo, por las noticias que los falsimedias se encargaron de enmascarar o desdibujar. Hubo múltiples y multitudinarias manifestaciones que reivindicaban derechos y hubo represión, mucha represión, que se saldó con muchas víctimas mortales que todos silenciaban y de los que nadie asumía su responsabilidad.(Sigue pasando). Esa transición “milagrosa” estuvo controlada en todo momento por la élite política del franquismo y fue por ello por lo que el bloque social que lo apoyó es, incluso hoy día, intocable. Ningún sector económico se ve atacado y la iglesia mantiene sus privilegios como ayer, durante el fascismo.

 

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De aquellos lodos estos polvos.

La clase obrera sigue pagando aquella trampa de la Constitución.  Aquí da igual quien gobierne para que siempre paguen los mismos, porque las cartas estaban marcadas por el dictador y su herencia obligaba una costitución ideada para barrer a la izquierda de este país e idear un partido del cual surgiesen unos dirigentes ya aleccionados como Felipe González y toda su comitiva. Todo fue traición y no podía ser de otra manera, ya que incluso la mayoría de ellos provenían de las filas del fascismo: hablo del PSOE, que quede claro.

La pronta alineación del PSOE por las privatizaciones de sectores públicos claves, fue la apertura al liberalismo en este país y el principio de la ruina económica y la desprotección cada vez más evidente de la clase obrera. Se fueron recortando derechos laborales. Se fueron mermando las prestaciones de ayuda a los trabajadores.

 

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La precariedad laboral ha sido y sigue siendo la nota de la clase obrera. Según El País “Mas de 400.000 accidentes laborales en tres meses en el 2007”. Más de 400.000 atentados terroristas urdidos por la patronal por su negligencia y avaricia, de los cuales 317 fueron víctimas mortales. Ahora sí podemos hablar de terrorismo y de víctimas, sólo que pertenecen a la Asociación de los Olvidados. Son las víctimas que tolera este estado de derechas. Ellos sólo saben hablar de terrorismo cuando hablan de ETA, pero olvidan la gran diferencia en número de víctimas de esta organización vasca con el número de “accidentes” de la organización patronal que tiene como cómplice al Estado.

 

     El aumento del paro hace que incluso estas condiciones laborales temerarias no sean nada para lo que se viene encima. El miedo, el terror, la necesidad, están obligando a los trabajadores a aceptarlo todo. Y en esta coyuntura, el explotador de turno, con el consentimiento del estado heredero del franquismo, se aprovecha de esa necesidad del débil. Esa es nuestra realidad. Esa es la realidad que vivimos los trabajadores. Y esa es la desprotección que sufrimos por parte del régimen: la misma que esconden los medios de desinformación.  Ni que decir tiene, que la directiva asesina y esclavizante sobre el tiempo de trabajo, y que intentan imponer desde la UE, es otro acto terrorista que trata de eliminarnos en vida a los trabajadores: legalizan la esclavitud....¡¡¡Asesinos!!!  Y al mismo tiempo intentan criminalizar a los inmigrantes con la directiva “de la vergüenza”, en el momento en el que ya tienen mano de obra suficiente para reventar, creando campos de concentración...¡¡¡Fascistas!!! Estas normativas serán aplicadas aquí, como buenos gestores que son los políticos que tenemos de la represión y el esclavizamiento del obrero. (En esos puntos son la foto del franquismo más puro).Todo será adornado con bonitas palabras. Los sindicatos mercenarios UGT y CCOO, sacrifican a la clase obrera para pillar tajada. Y hacen guiños a sus pagadores. Pertenecen a la jet set de la traición y solo merecen el escupitajo del obrero. Su respuesta es desapasionada para la envergadura del atentado criminal contra el obrero. Dejan hacer. Contra ellos deberemos luchar en esta  contienda en la que nos va la vida y la libertad.

 

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En este país se tortura y ni las denuncias de Amnistía Internacional hacen un mínimo gesto en los gestores del Estado en el hecho. Aquí se condecora a torturadores y asesinos que estuvieron en el anterior régimen fascista y han seguido prestando sus servicios (Barrionuevo, Galindo...excarcelados). Aquí se absuelve a estafadores y ladrones. Que le pregunten al Borbón por sus amigos los Albertos. Aquí se disuelven partidos políticos y asociaciones por el simple hecho de ser de izquierdas y no doblar la rodilla: Herri Batasuna, ANV, Partido Comunista de las Tierras Vascas.....Casualidad que todos de Euskalerria(¿o no es casualidad?). Se encarcelan personas por quemar la foto del rey, al que ningún republicano queremos ni en pintura. Aquí se axfixia a los que denuncian la corrupción (Patxi Barrondo). Aquí se mutila la libertad de expresión cerrando diarios; Egin, Egunkaria.....Aquí no todos somos iguales ante la ley: sólo hay justicia para los que puedan pagársela, pero además hay uno que está por encima del bien y del mal en esta franquista-democracia, el elegido genitalmente por el criminal Franco y retratado por Don Amadeo Martínez Inglés de esta manera: “España no puede tener ni un minuto más en la Jefatura del Estado a un hombre de pésima catadura moral, homicida confeso (que no ha pagado todavía por su delito), presunto asesino y también en grado de presunción por el momento, golpista, malversador de fondos públicos y terrorista de Estado”. Hablamos del Borbón Juan Carlos I (libro: Juan Carlos I, el último Borbón).  Yo lo recomiendo. Aquí se utilizan los medios audiovisuales para acabestrar las mentes y cercenar la libertad, adoctrinando a la masa para el silencio.

 

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Vivimos en un Estado confesional aunque la letra diga otra cosa: se sigue subvencionando a los iluminados que siempre han estado al lado de los asesinos y dictadores. La iglesia sigue manteniendo sus privilegios y sigue justificando el golpe de estado criminal del fascista Franco. Da igual las siglas del que gobierne, todos agachan la cabeza y obedecen la orden del que hay bajo las losas del Valle de los Caídos. Y hacen oídos sordos a las plegarias de los prebostes por violentar el ambiente. Y ésta y no otra es la España que sufrimos. La España que ha ido renaciendo gracias  a la falta de lucha, al desánimo conseguido por tantas derrotas. Y esta es también la España que tenemos que cambiar si queremos vivir en Paz.

 

Sólo con la lucha lo conseguiremos.  No debemos dar tregua al fascismo emergente. Sólo organizándonos podemos responder airosos a este intento de los mercenarios de la política  (vendidos al capital) y a los que debemos desenmascarar de una vez por todas para tener claro quienes son nuestros enemigos, se encubran en las siglas del PsoE o Pp, para derrotarlos de una vez por todas y pasar página, la página necesaria, para empezar a vivir en una auténtica Democracia, donde se respeten todos nuestros derechos y donde nunca más sea la clase obrera la que pague los crímenes económicos del liberalismo del que ya hemos descubierto su gran hipocresía. Y además, donde no puede faltar la repartición de los beneficios por derecho y justicia. Aquí se privatizan los beneficios y se socializan las pérdidas.¡Basta ya!

 

La unión de la clase obrera es la clave para pasar esa página, para dar el paso de una vez por todas a la consecución de una España que recupere su legitimidad democrática, enterrando este sistema monárquico corrupto, y desde el republicanismo luchar por una sociedad socialista, donde por fin, los trabajadores, sintamos la Justicia que nos pertenece.

 

 

Es la hora de la acción. Con la unión venceremos. “A la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar, que pues vivimos, anunciamos algo nuevo”. Demostremos a todos estos políticos corruptos que estamos aquí y botemosles como se merecen. No nos representan, solo se representan a ellos mismos y a los suyos. Solo representan sus intereses personales y familiares con el dinero que manejan de todos nosotros. No callemos ante la gran injusticia y dejemos sordos a estos perros del capital.

 

 

¡¡¡Abajo la corrupta monarquía!!! ¡¡¡Arriba el Estado Republicano Socialista!!!

 

¡Salud y República!

 

 

Antonio José Gallardo,  una víctima más del capitalismo.

 

 

 

   

La democracia menguada

El crimen de reivindicar el derecho a una vivienda digna
La democracia menguada

 

 

 

Poca gente se habrá enterado de que el pasado 24 de mayo algo más de un millar de personas se manifestaron por las calles de Madrid para protestar por el hecho de que un fiscal pida un total de cincuenta años de cárcel para nueve jóvenes. El atroz crimen por el que al parecer han de ser tan severamente castigados consiste en haber reivindicado en concentraciones pacíficas el derecho a una vivienda digna y desde luego haber intentado evitar ser apaleados por la policía. Sobra añadir que ni la manifestación del 24 de mayo ni los motivos por los que se convocó han merecido ocupar espacio alguno en los medios de comunicación. Disponiendo de las zozobras de Rajoy o la polémica sobre nuestra participación en Eurovisión, a qué reparar en asuntos sin importancia.

Cuando en mayo de 2006 empezaron las sentadas reivindicativas del derecho a una vivienda digna, de las que luego nació un movimiento social que dio en llamarse V de Vivienda, numerosos medios se hicieron eco de las protestas. Resultaban vistosas, sorprendentes por su espontaneidad y la gran cantidad de jóvenes que participaban en ellas y además llamaban la atención acerca de un gravísimo problema social del que ya era imposible dejar de hablar. Coincidieron más o menos en el tiempo con la eclosión de escándalos de corrupción inmobiliaria, lo que pudo hacer bien visible que durante años los poderes públicos, en connivencia con empresarios voraces, habían apuntalado un orden social en el que, mientras una elite se forraba obscenamente, cerca de ocho millones de ciudadanos veían negado un derecho que dice garantizarles el artículo 47 de la Constitución. En un país, por cierto, en el que se acumulaba cerca de la mitad del volumen de construcción de toda la Unión Europea y había sin embargo más de tres millones de viviendas vacías.

No quedaba más remedio que hablar de ello, no fuera a ser que el malestar ciudadano se desmandara, o, peor aun, que los ciudadanos empezaran a pronunciarse sin líderes que los apadrinaran. Y los dirigentes de los grandes partidos políticos comenzaron a hablar de ello. Claro que sólo para arrojar a la cara del adversario sus casos de corrupción y justificar los propios, o bien para alardear de políticas de vivienda que en la práctica han demostrado ser catastróficas, porque aquí nadie ha querido, ni quiere, matar a la gallina de los huevos de oro del ladrillo y la especulación. A los ayuntamientos –o, mejor dicho, a sus gestores públicos- les ha ido de maravilla con el tinglado y a los partidos políticos digamos que no les ha estorbado.

Inaugurado el debate donde convenía, es decir, en las tribunas de los mítines, los parlamentos o los grandes medios de prensa, en las que todo asunto puede transformarse en disputa electoral, los que sobraban eran los ciudadanos, salvado sea su mero papel de oyentes. A medida que las asambleas de base por una vivienda digna fueron madurando, y según fueron desvelando la escandalosa maraña de intereses económicos que se beneficiaban de la miseria de la mayoría de la población, la atención en general de la prensa hacia ellas se fue enfriando hasta casi olvidarlas por completo, con las fugaces excepciones de breves notas casi siempre alusivas a enfrentamientos con la policía. Entristece ver cómo un movimiento ciudadano independiente de burocracias sindicales, de los aparatos de los partidos y desde luego de grupos empresariales, y capaz no obstante de armar una alternativa social propia, se vuelve de inmediato por ello sospechoso. Entre nosotros, la democracia no abarca a aquellas expresiones que no se canalicen por estructuras de poder bien reconocibles.

Se tolera y a veces hasta se estimula que la ciudadanía se queje de algún mal social y reclame el cumplimiento de un derecho. La demanda cívica se puede manejar a gusto de cada demagogo para tratar de obtener ventaja en los foros mediáticos. Es bien sabido que todo autoritarismo precisa para su sostenimiento de la invocación constante al pueblo soberano, siempre que la soberanía del pueblo no pase de mero adorno. Ésa parece ser la tendencia de cualquier forma de poder, incluso la de Estados liberales, por más que en éstos la elusión de la voluntad popular recurra a procedimientos más sutiles, como en su día advirtió Tocqueville. A la llamada opinión pública se le dará la ocasión de quejarse o, como mucho, de dar respuestas simples, de ésas que caben en las encuestas al uso. Pero si la ciudadanía, o siquiera una minoría dentro de ella, aparte de quejarse, comienza a señalar las causas profundas de los males sociales, la cosa se vuelve preocupante. Y ya si se atreve a organizar una alternativa consciente de cambio, se desencadena la alarma.

La marginación en tal supuesto es un primer paso para ahogar la gran o pequeña rebeldía que haya despertado. Para los jóvenes de las protestas por la vivienda se busca además un escarmiento ejemplar. Y no es el único caso. Ya no resultan insólitas las condenas a prisión de huelguistas –recuérdese a los sindicalistas que inspiraron la película Los lunes al sol-, de manifestantes antiglobalización o de estudiantes. Y la condena lleva siempre aparejada un odioso estigma social; los que alzan la voz al margen de una u otra oficialidad son convenientemente catalogados como «antisistema», «radicales» o «extremistas». Habitan el subsuelo de la comunidad aceptable. Estremece comprobar lo fácil que resulta el encasillamiento, aunque un movimiento como V de Vivienda esté denunciando ni más ni menos que lo que son conclusiones de un informe sobre la vivienda en España de la ONU que se publicó en enero de este año y sobre el que también, qué casualidad, se abatió el silencio.

El simple hecho del atroz castigo que para estos jóvenes se pide debería mover a escándalo. Piensa uno que si el novelista Norman Mailer, quien atravesó el cordón policial que resguardaba el Pentágono en la mítica marcha contra la guerra de Vietnam en 1967, hubiese tenido similar ocurrencia hoy y aquí podría haberse pasado un lustro a la sombra. Pero lo más grave es la represión de la disidencia que se pronuncia sin poderes políticos, económicos o mediáticos que la amparen, esto es, con absoluta libertad. La mayoría silenciosa tendría que empezar a preguntarse qué democracia es ésta que repudia la ciudadanía activa, saludablemente desconfiada con el poder y que no se conforma con votar cada tantos años y responder encuestas de opinión. No tendría que olvidar, en fin, las manidas palabras del pastor Martin Niemöller que se atribuyeron a Brecht: «Cuando vinieron a por los comunistas guardé silencio…».